martes, 5 de febrero de 2019

MI PRIMERA VEZ


A mí no me diseñaron para soportar aguaceros, pero los soportaba con resignación si el premio era yacer después en el paragüero del Café Central. Allí le conocí: era robusto, con el eje y el mango de madera, y una envergadura tan exuberante que, a su lado, un pobre paraguas plegable como yo parecía aún más enclenque y desangelado. En varias ocasiones enjuagué mi caladura al contacto con su tela impermeable. Hasta que un día su propietario, quizás sin darse cuenta, lo hundió de golpe en mis entrañas. Aquello me rompió por dentro y mi dueña se deshizo de mí. Pero al menos conocí el amor.

2 comentarios:

  1. Pasamos media vida tratando de aguantar el chaparrón; las pequeñas ilusiones nos mantienen en pie.

    Un abrazo.

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  2. Ni más ni menos. La felicidad está en la búsqueda, al margen de si llegamos o nos quedamos a medio camino. Un abrazo, José Antonio.

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