sábado, 4 de julio de 2020

LA LIBRERÍA


Se invitó a todo el mundo a la inauguración de la nueva librería. Si la respuesta hubiera sido la esperada (proporcional al número de tarjetas enviadas) el aforo del local habría resultado insuficiente. Se invitó incluso a las otras librerías de la ciudad, que vieron en ese gesto un detalle de soberbia, una provocación innecesaria. Estaban equivocadas: el nuevo establecimiento no era un rival, no amenazaba para nada su cuota de mercado, no venía a competir sino a complementar. Aun así, nadie acudió a la presentación. Ni las autoridades, ni la prensa, ni el público en general. No obstante, el negocio se puso en marcha y –como por ley natural– aparecieron los clientes. Al principio eran estudiantes distraídos, transeúntes ociosos, alguna pareja de enamorados en una tarde de lluvia. Poco a poco fue llegando más gente a contemplar los inmensos anaqueles llenos de libros vacíos. Hasta que, un día, entraron los autores. Primero –disimulando– a consultar obras ajenas; luego –ya sin pudor– a interesarse por las propias. Tiempo después, cuando la tienda ya no llamaba la atención en el barrio, se supo al fin que aquella singular librería de libros aún no escritos había venido para quedarse.

Ganador mensual en el IX concurso de la Microbiblioteca (Mayo 2020)


3 comentarios:

  1. No sé si las librerías de libros por escribir tendrían éxito, pero, desde luego, nuestras vidas están por escribir. Con o sin invitación.

    Un abrazo y feliz verano.

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  2. Al menos la temática de la librería era original, jaja...

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