Me habían hablado de la vida después de la muerte, ya
sabía yo algo de este tema. Que no morimos del todo, que el cuerpo se va pero
queda el recuerdo en los seres queridos, de manera que seguimos presentes en un
plano virtual. Incluso en la mente de alguien ajeno al que, por motivos inciertos,
se le ocurra evocarnos. Por eso, en principio, no me extrañé cuando, a poco de
abandonar el mundo de los vivos, abrí los ojos en la memoria de mi mujer,
cuando trataba de arrancar el coche en una gélida mañana de marzo. Con
franqueza, me habría gustado preguntarle qué tenía que ver mi recuerdo con un
problema de arranque, considerando que era siempre yo quien conducía. También aparecí
en el sueño erótico de un vendedor de seguros. Aquello aumentó mi perplejidad y
pensé que no tenía sentido. Pero el colmo fue comprobar que el enlace entre ambas
evocaciones era una habitación de hotel en la que, al parecer, el vendedor
aguardaba a una dama para una cita que no llegó a consumarse. En medio de la
turbación, entendí que mi recuerdo no siempre sería agradable. En fin, sólo
lamento no llegar a tiempo de decirle a mi esposa que –en el arranque– no hace
falta pisar el acelerador.
Finalista mensual en el XII Microconcurso de la biblioteca Esteve Paluzie - abril 2023
Molt concís dins de la brevedad. Enhorabona. Som companys de curs VE.
ResponderEliminarSi et ve de gust et compartisc el meu web per si vols incriure,t i/ o fer difussió. Si vols fer una publicació, estàs convidat com a col.laborador. ens ajudem entre tots. " tintaparaplumier.es"
Salutacions.