miércoles, 30 de septiembre de 2009

GÉNESIS


En el principio aparecieron los cielos y la tierra. Y la luz se apartó de las tinieblas. Y la tierra empezó a producir frutos y simientes y los cielos a separar el día de la noche mediante astros y estrellas. Y se multiplicaron los seres en la tierra, los cielos y los mares. Y todo fue así y él vio que era bueno, salvo en un pequeño detalle: no había ordenado nada de todo aquello. Y atribuirlo a los caprichos del azar habría sido una lástima, un derroche carente de sentido. Entonces creó a Dios a imagen y semejanza del Hombre. Le endosó la autoría del universo y le otorgó poderes sobrenaturales y designios que sólo serían revelados a los elegidos. Le construyó una morada lo bastante lejos como para que nadie pudiera permitirse un viaje de ida y vuelta y, con la mayor diligencia, se dispuso a escribir su biografía. Fue un alarde de ingenio, una jugada maestra. El Hombre habló por boca de Dios. Y Dios no supo -no sabe todavía- qué decir al respecto.
Seleccionado en el II Premio Nacional de Microrrelatos Hipálage 2008 – Sevilla

1 comentario:

  1. Éste en particular es buenísimo.
    Todo un alarde de ingenio y calidad tu escritura.
    Me alegro de descubrirte, un saludo.

    ResponderEliminar