Nadie, en la escalera de vecinos de la calle
Bermúdez 36, sabe que el inquilino del sobreático vive con una muñeca hinchable.
Pero desde que la recibió en un paquete postal certificado, corre el rumor de
que tiene una amiguita en casa. Lo aseguran quienes oyen voces inequívocas de
pasión descontrolada a horas intempestivas, a pesar de que no hay constancia de
que la joven en cuestión entre o salga del inmueble. Al inquilino del sobreático
no le importan los rumores y cuando acude a las reuniones de la escalera corta
en seco la lógica curiosidad de sus vecinos, que con mayor o menor discreción
intentan husmear en su vida privada.
Todo controlado, pues, dentro de la relativa
capacidad humana para vivir a salvo de imponderables. Porque el incendio
reciente que ha sufrido el edificio, y que ha supuesto el desalojo temporal de
todos los vecinos, está complicando un poco las cosas. Ante la policía, el
inquilino del sobreático ha debido inventarse, primero una identidad, y luego
un abandono que justifique la no comparecencia de su presunta pareja. Y los
rumores de aquellos que se quedaron con ganas de conocerla apuntan ahora a la
ausente como causante del desastre.
Todo descontrolado, pues, y amenazando la
discreta resistencia humana para no venirse abajo por culpa de los imponderables.
Pero con un poco de paciencia las aguas volverán lentamente a su cauce. Cuando
el solitario inquilino reciba la nueva muñeca que acaba de encargar, tendrá más
cuidado de no exteriorizar alegremente sus emociones. Y por la orden de
búsqueda y captura contra su antigua acompañante, decretada por la policía, no
parece que valga la pena preocuparse demasiado.
Texto incluído en la antología "Historias de portería" de "La Esfera Cultural".
Enhorabuena, Pedro. La pieza me parece disparatada y muy divertida. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Gemma. Creo que el adjetivo "disparatada" le sienta al texto de maravilla.
EliminarEsto de ser futbolero me despista, Pedro. Cuando leí historias de portería pensaba en un cancerbero, no en un edificio. Enhorabuena por la publicación. Un abrazo.
ResponderEliminarNo se las dé de futbolero, que usté reniega del equipo de su pueblo. Que lo sé yo. Y, al amigo Pedro, mejor ni nombrarle el balompié, créame ;-)
EliminarUn abrazo para ti también. Y para el autor, claro.
D.
Algo de cancerberos tendrán los porteros, Víctor. Siquiera sea en esa actitud de controlar los movimientos de propios y extraños. Me alegro de que te haya gustado.
Eliminar¡Enhorabuena, Pedro! Este micro se merece toda la difusión que la publicación pueda darle porque es muy, muy bueno.
ResponderEliminarVisitar "Humor mío" y confesarte que me haces la vida más divertida puede que sea redundante, pero espero que me perdones al ser la primera vez que lo digo.
Me parece destacable cómo sugieres mediante imágenes y la forma en que logras -con la exacerbación de un plano de acción casi imposible (que de todo se ha visto)- que hasta resulte, sino verosímil, sí muy creíble.
Que nada, que me ha gustado mucho.
Un abrazo,
Pedro, me abrumas, de verdad. Pero me honra tu fidelidad y me anima a esforzarme por estar a la altura. Te mando un abrazo.
EliminarSí que es bueno, sí. Las muñecas hinchables son garantía de éxito. Narrativamente hablando, entiéndeme ;-) Yo traía los deberes hechos y lo había leído antes.
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo. Un abrazo,
D.
Estoy de acuerdo, David. Las muñecas son un buen bocado narrativo. Despiertan la curiosidad del lector. Quizá, tanto más cuanto mejor asuman el papel de hembras de carne y hueso. Otra cosa será lo que el lector piense del personaje masculino. Eso quedará entre ellos. Un placer, saludarte.
EliminarYa lo recuerdo...Es buenísimo.
ResponderEliminarEstoy encantada de compartir "papel" contigo.
Lo he pedido, estoy a la espera.
Besicos
El placer es mutuo, créeme. En esta edición coincidimos varios amigos, lo cual resulta tremendamente entrañable. Confío que te llegue pronto. Un abrazo.
EliminarEnhorabuena por la publicación y, sobre todo, por este texto controlado (hasta en su descontrol), irónico e inteligente.
ResponderEliminarUn placer pasar por aquí. Besos
Eso es algo que tendría que mejorar, Susana. Demasiado control sobre mis textos, que a veces los hace previsibles. Quizá no será el caso de éste, pero no me iría mal un poco de locura creativa. Te agradezco el comentario.
EliminarEl mundo de las muñecas hinchables es, como bien adjetivas, imponderable. Dicen que Gómez de la Serna convivía con un maniquí, algo que, bien pensado, no deja de ser una muñeca hinchada y vestida, no una pelandusca de esas ligeras de ropa. Te recomiendo un cómic escrito por el gran Alan Moore (el de "Watchmen", "V de vendetta", "Miraclemen" entre otras) con Batman de coprotagonista http://www.nuestroscomics.com/clasicos-de-culto-batman-barro-mortal-de-alan-moore-y-george-freeman/.
ResponderEliminarAbrazos virtuales de enhorabuena
Desconocía la anécdota de Gómez de la Serna (menudo maestro acabas de citarme). Y me apunto esa dirección de cómic para documentarme. Gracias por pasarte.
EliminarLo que no me termina de quedar claro es si a la muñeca se la escuchaba también... que parece que tenía vida propia.
ResponderEliminarMuy bueno, Pedro. Enhorabuena por la publicación.
Un abrazo
Ese detalle, Ana, como bien entenderás, es algo secundario. Dejémoslo en intimidades de alcoba. Pero me encanta que atribuyas vida propia a la muñeca. Ése era mi empeño. Encantado con tu visita.
EliminarViví un par de meses en ese piso de la calle Bermúdez, 36 y certifico la casi absoluta veracidad de los hechas que Pere relata de forma, como nos tiene mal acostumbrados, genial. El matiz, no imprescindible pero que tal vez sirva para sazonar un poco más el guiso, consiste en que la muñeca en cuestión mantenía relaciones esporádicas con seis de los nueve vecinos -con un servidor no pasamos de escarceos de ascensor-. Se de buena fuente que la nueva compañía del buen hombre es convenientemente desinflada y doblada cada mañana. En la oficina parece ser que pierde de vista la cartera.
ResponderEliminarUn pedazo de micro, Pere de mi corassssssón.
Josep, he borrado tu segundo comentario que, por causas que seguramente no has podido controlar, había aparecido duplicado. Ya veo que tú y yo nunca dejaremos de tener conversaciones pendientes. No me habías hablado de ese pisito tan "animado" a nivel vecinal. De haberlo hecho, quizás habría escrito este texto mucho antes. Gracias por el apunte. Verte por aquí siempre es una gozada.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEnhorabuena Pedro. Todavía no lo había leído ni tengo el ejemplar entre mis manos, ya llegará. Me gustó y mucho, esta historia de relaciones entre vecinos y entre parejas, muñeca hinchable mediante.
ResponderEliminarUn placer compartir páginas con usted.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Placer compartido, don David. Para imponderables, aquellos a los que se enfrente el personaje de tu segundo relato "Éxodo", a medio camino entre Hitchcook y Kafka. Confío en que tu ejemplar no se demore. Un abrazo.
EliminarQué bueno, Pedro. Divertido y muy acertado en la estructura. Es un placer compartir lugares en mismo libro.
ResponderEliminarEl placer es mutuo, Javier. Tu "Junta extraordinaria" deja un sabor agridulce, tras ese humor negro del que haces gala. Es el tuyo un texto rico en matices llenos de ternura. Me alegro de que mi relato también sea de tu agrado. Recibe un abrazo.
EliminarAy la de cosas que suceden en los inmuebles!
ResponderEliminarY todo lo saben los porteros...
Me gustó mucho en su momento y sigue así. Un placer compartir antología, Pedro.
ResponderEliminarSaludos.