Una vez descubierta, la patrulla
tenía las horas contadas. No les quedaba munición para oponer resistencia y,
menos aún, para lograr el objetivo de volar el puente que abastecía a las
tropas enemigas. Descartada la opción de alzar bandera blanca, solo podían
luchar hasta el final, salvo que uno de ellos lograse burlar el cerco al que
estaban sometidos y trajera refuerzos urgentes. Aunque la situación era tan
desesperada, que el capitán anunció que quien lo intentara sería posiblemente
el único en salir con vida de la misión.
El primero en ofrecerse
voluntario fue el operador de radio, cuya negligencia con el equipo había
dejado a todos incomunicados con el mando y deseaba resarcirse. También se
ofreció el atleta del grupo, no ya por el ser el más rápido a la carrera, sino
por sentirse culpable de que su posición avanzada hubiera delatado a sus
compañeros. A eso se oponía el cabo con sobrepeso, que veía en su propia
lentitud la verdadera razón de que los descubrieran y pensaba que debía ser él
quien se jugara la vida. Cerró la tanda de voluntarios el sargento asmático,
convencido de que su precario estado de salud le obligaba a un sacrificio
extremo en favor de los demás.
Al condecorarlos a título
póstumo, en un acto solemne que tuvo lugar días más tarde, el capitán de la
patrulla ensalzó el valor de todos ellos.
Texto incluído en "De antología. La logia del microrrelato", editorial Talentura - 2013
Un placer leerte y compartir antología contigo
ResponderEliminarBesos desde el aire
Un placer que me leas, Rosa, y que me hagas cosquillas en la barbilla, en esa foto colectiva que nos han sacado a todos. Besos correspondidos.
EliminarEnhorabuena, Pedro, por estar en la antología, tan bien acompañado. Tu relato muestra un inventario de culpabilidades que llevan en las mochilas y nos hacer pensar, de eso se trata en los microrrelatos y la literatura, el motivo por el cual solo se salvo el capitán, quizás el único culpable. Un placer leerte e interpretarte.
ResponderEliminarGracias, Ximens, por interpretar ese oscuro sentimiento de culpa, que podría esconder fácilmente un simple deseo de supervivencia. El capitán, como ves, los mata callando. Un abrazo.
EliminarOh! qué pena! Creí que se salvarían.
ResponderEliminarBesos
Otra vez será, Luisa. En realidad se han portado tan bien que pienso contratarlos para otra historia de final un poco más alegre. Besos.
EliminarNo le se ver fisuras ni extrañeza al desenlace. Un capitán nace para capitanear. En lo que no parece haber consenso es en el para qué nacemos los no capitanes, a no ser que lo hagamos para dar algo de sentido al jodido vicio de mandar.
ResponderEliminarEn fin, un renovado placer el leer todo lo que se te ocurre escribir.
Petons.
Eso es verdad. "Cuando estés en el mando, manda" -decía no sé qué general de la II Guerra mundial. Si los demás hacemos caso, la culpa siempre será nuestra.
EliminarFiel a tu cita, y alineado con mis ocurrencias. Siempre es un placer verte por aquí. Abraçades.
Disfruto con su relectura, Don Pedro, de este micro que tiene -indiscutiblemente- su sello impreso.
ResponderEliminarTal como dice Rosa, es un placer leerte y compartir aventura literaria contigo.
Un abrazo,
No entiendo cómo sacas esa foto (tomada de la escena de la ducha en Psicosis) pudiendo lucir la que muestras junto a mí en el paredón que nos delata como compañeros de aventura. Pero lo importante es tenerte cerca y aprender de tu inmenso potencial. Gracias por tu visita.
EliminarEn primer lugar felicitarte por estar en la antología. Sin duda alguna tu calidad literaría lo merece. Respecto al relato, yo encuentro en él la paradoja del día a día en las cadenas de mando.
ResponderEliminarY el final no podía ser distinto.
Como siempre, un gusto leerte, Pedro.
Abrazos
Como siempre, Marta, un placer recibir tu comentario y tu apoyo.
EliminarRetrato nítido del resultado de las reclutas en hospitales de moribundos.
ResponderEliminarY lo peor es que no reclutan ahí por necesidad, sino por agudo sentido de humor negro.
No tiene nada que ver una cosa con la otra, pero a mí me ha recordado a algunas entrevistas de trabajo que he hecho, que son dinámicas de grupo, en las que te asignan un personaje y una situación imaginaria como ir en globo, este pierde aire, y hay que tirar a alguien para que el globo no tenga tanto peso y así salvar a todos los demás: ¿a quién tirarías y por qué?, y este tipo de cosas.
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