sábado, 1 de junio de 2013

UNO PARA TODOS


Una vez descubierta, la patrulla tenía las horas contadas. No les quedaba munición para oponer resistencia y, menos aún, para lograr el objetivo de volar el puente que abastecía a las tropas enemigas. Descartada la opción de alzar bandera blanca, solo podían luchar hasta el final, salvo que uno de ellos lograse burlar el cerco al que estaban sometidos y trajera refuerzos urgentes. Aunque la situación era tan desesperada, que el capitán anunció que quien lo intentara sería posiblemente el único en salir con vida de la misión.

El primero en ofrecerse voluntario fue el operador de radio, cuya negligencia con el equipo había dejado a todos incomunicados con el mando y deseaba resarcirse. También se ofreció el atleta del grupo, no ya por el ser el más rápido a la carrera, sino por sentirse culpable de que su posición avanzada hubiera delatado a sus compañeros. A eso se oponía el cabo con sobrepeso, que veía en su propia lentitud la verdadera razón de que los descubrieran y pensaba que debía ser él quien se jugara la vida. Cerró la tanda de voluntarios el sargento asmático, convencido de que su precario estado de salud le obligaba a un sacrificio extremo en favor de los demás.

Al condecorarlos a título póstumo, en un acto solemne que tuvo lugar días más tarde, el capitán de la patrulla ensalzó el valor de todos ellos.

Texto incluído en "De antología. La logia del microrrelato", editorial Talentura - 2013

14 comentarios:

  1. Un placer leerte y compartir antología contigo

    Besos desde el aire

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un placer que me leas, Rosa, y que me hagas cosquillas en la barbilla, en esa foto colectiva que nos han sacado a todos. Besos correspondidos.

      Eliminar
  2. Enhorabuena, Pedro, por estar en la antología, tan bien acompañado. Tu relato muestra un inventario de culpabilidades que llevan en las mochilas y nos hacer pensar, de eso se trata en los microrrelatos y la literatura, el motivo por el cual solo se salvo el capitán, quizás el único culpable. Un placer leerte e interpretarte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Ximens, por interpretar ese oscuro sentimiento de culpa, que podría esconder fácilmente un simple deseo de supervivencia. El capitán, como ves, los mata callando. Un abrazo.

      Eliminar
  3. Oh! qué pena! Creí que se salvarían.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otra vez será, Luisa. En realidad se han portado tan bien que pienso contratarlos para otra historia de final un poco más alegre. Besos.

      Eliminar
  4. No le se ver fisuras ni extrañeza al desenlace. Un capitán nace para capitanear. En lo que no parece haber consenso es en el para qué nacemos los no capitanes, a no ser que lo hagamos para dar algo de sentido al jodido vicio de mandar.

    En fin, un renovado placer el leer todo lo que se te ocurre escribir.

    Petons.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es verdad. "Cuando estés en el mando, manda" -decía no sé qué general de la II Guerra mundial. Si los demás hacemos caso, la culpa siempre será nuestra.

      Fiel a tu cita, y alineado con mis ocurrencias. Siempre es un placer verte por aquí. Abraçades.

      Eliminar
  5. Disfruto con su relectura, Don Pedro, de este micro que tiene -indiscutiblemente- su sello impreso.

    Tal como dice Rosa, es un placer leerte y compartir aventura literaria contigo.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No entiendo cómo sacas esa foto (tomada de la escena de la ducha en Psicosis) pudiendo lucir la que muestras junto a mí en el paredón que nos delata como compañeros de aventura. Pero lo importante es tenerte cerca y aprender de tu inmenso potencial. Gracias por tu visita.

      Eliminar
  6. En primer lugar felicitarte por estar en la antología. Sin duda alguna tu calidad literaría lo merece. Respecto al relato, yo encuentro en él la paradoja del día a día en las cadenas de mando.
    Y el final no podía ser distinto.
    Como siempre, un gusto leerte, Pedro.
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como siempre, Marta, un placer recibir tu comentario y tu apoyo.

      Eliminar
  7. Retrato nítido del resultado de las reclutas en hospitales de moribundos.
    Y lo peor es que no reclutan ahí por necesidad, sino por agudo sentido de humor negro.

    ResponderEliminar
  8. No tiene nada que ver una cosa con la otra, pero a mí me ha recordado a algunas entrevistas de trabajo que he hecho, que son dinámicas de grupo, en las que te asignan un personaje y una situación imaginaria como ir en globo, este pierde aire, y hay que tirar a alguien para que el globo no tenga tanto peso y así salvar a todos los demás: ¿a quién tirarías y por qué?, y este tipo de cosas.

    ResponderEliminar